Hace mucho, mucho tiempo, vivían en el desierto unos gatos, estos no eran diferentes en tamaño y forma a los gatitos de ahora, pero su color era verde y su pelaje espinas, por lo cual eran llamados los gatos cactus.
Eran tímidos y preferían no acercarse mucho a las caravanas que cruzaban el desierto, si eran sorprendidos cerca, simplemente se quedaban quietos, cerraban los ojos y ¡Listo! el camuflaje perfecto, nadie era capaz de distinguirlos de los cactus del lugar.
Estos gatitos se alimentaban de jugo de cactus, pero tenían una manera muy especial de hacerlo, mordían los cactus en la base para poder voltearlos, tomaban solo un poquito de jugo, luego se iban y regresaban cuando el jugo ya estaba fermentado, lo bebían muy contentos y lógicamente se embriagaban, entonces, olvidada su timidez, se iban a vagar por el desierto ronroneando fuerte y apuñalando con sus espinas a todas las personas que encontraban en su camino.
Se dice que por ese motivo, los humanos se vieron obligados a cambiar de ruta y aún ahora, si ven moverse un cactus huyen despavoridos.
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